113. Perdiz con Mole (37 min)

Continuamos con nuestra demostración de que se puede comer perdices antes de que acabe el cuento, jejeje. Hoy lo demostramos con una “versión” de la tradicional receta “perdices al chocolate”, y es que justo el mole es un invento mexicano basado en una mezcla de especias, chiles y chocolate que acabo de descubrir gracias a mi hermana. Mi hermana ha estado dos años viviendo en México y este verano, al pasear con ella por el mercado de La Boquería, me sugirió comprar un tarro de mole concentrado para probarlo. Así que le hice caso, lo compré y, desoyendo su indicación inicial de prepararlo con pollo, me he atrevido a prepararlo con perdiz, emulando aquel tradicional plato. He de decir que la cosa no salió bien a la primera, porque la perdiz tarda bastante más tiempo en hacerse que el pollo y tuve algún intento fallido. Después de varios ensayos y errores, por fin conseguí el punto que quería y hoy lo comparto con vosotros.

Como sabéis, en el blog siempre hablamos de recetas para uno, pero en este caso (y dadas las fechas), puede que tengáis que preparar esta receta para más personas. Si es así, os recomiendo comprar perdices de granja, pues así os aseguráis de que todas tengan la misma edad y necesiten, por tanto, el mismo tiempo de cocción. Cuando usamos perdices de campo, corremos el riesgo de que cada pieza tenga una edad distinta y por tanto requieran tiempos de cocinado distintos. Un buen consejo que me dio el tendero en el Mercado de Chamartín. ¡Gracias amigo!
Vamos allá con los ingredientes para una ración:

  • ½ perdiz (la media que nos sobraba tras preparar el paté de perdiz).
  • 60 gr de cebolla, limpia
  • 45 gr de mole (yo compré uno de la marca Doña María, os copio foto aquí abajo para que sepáis qué tenéis que buscar en el mercado)
  • 450 ml de caldo de pollo + 200ml más
  • 4 cucharadas de aceite.
  • 50 gr de arroz basmati
  • 1 cucharada de piñones

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Para preparar nuestra receta, lo primero que haremos será limpiar bien la perdiz y salarla ligeramente. La misma cantidad de ingredientes nos serviría para cocinar la perdiz entera si quisiéramos. Si os decidís por esta otra opción, sazonar la perdiz por dentro y atadle las patitas con un hilo de cocina para que no se separen del cuerpo.

Tras haber preparado la perdiz, picaremos la cebolla muy finamente. Prepararemos la olla exprés, poniéndola al fuego al 70% de potencia con las 4 cucharadas de aceite. Cuando el aceite esté caliente, rehogaremos en él la perdiz para sellarla por todos los lados. Cuando lo tengamos sellado, la retiramos a un plato y añadimos la cebolla a la olla, bajando el fuego al 60% de potencia. Pochamos durante un par de minutos y a continuación añadimos el mole.

Removemos bien para que se deshaga la mezcla y se integre con el aceite. Cuando tengamos una mezcla homogénea, añadiremos los 450 ml de caldo de pollo y mezclaremos bien con ayuda de la batidora, para evitar que nos encontremos después trocitos de cebolla. Cuando lo tengamos, volvemos a meter la perdiz en la olla y la cerramos, para llevarla a ebullición manteniendo ese 60% de potencia. Una vez el vapor empiece a salir por la válvula, contaremos 15 minutos, que es el tiempo mínimo que vamos a necesitar para cocinar la perdiz.
Entre tanto, iremos preparando también la guarnición. Para ello, pondremos un cazo al fuego (70% de potencia) con 200ml de agua, 200 ml de caldo y un poco de sal. Cuando empiece a hervir nuestra mezcla, añadiremos el arroz y herviremos durante unos 12 minutos, probándolo para que se nos quede al dente.

Si habéis seguido estas instrucciones, más o menos terminarán al tiempo la perdiz y el arroz. Lo que haremos ahora será escurrir el arroz y reservarlo y retirar la olla exprés del fuego, dejando que se enfrie, que salga el vapor después y abriéndola por último. Comprobaremos entonces el punto de cocción de la perdiz, que debe estar blandita y nos debe resultar fácil despegar la carne del hueso. Si vemos que aún necesita más tiempo, volveremos a poner la olla sobre el fuego y mantenemos ahora abierta hasta que haya alcanzado el punto de cocción (en mi caso, mi perdiz necesitó 7 minutos más de cocción a fuego abierto, al 60% de potencia).

Este tiempo de cocción final lo vamos a utilizar para saltear el arroz. Para ello, primero cogeremos una sartén pequeña y la pondremos al fuego, al 60% de potencia, sin nada de grasa. Le añadiremos la cucharada de piñones y removeremos a menudo hasta que empiecen a dorarse, tras ello, añadiremos el arroz y una cucharadita de aceite de oliva y salteamos hasta que el arroz vuelva a coger temperatura. Probamos de sazón y corregimos si es necesario.
Ahora ya solo nos falta emplatar, pondremos nuestra media perdiz acompañada de un poco de arroz y podremos espolvorear la perdiz con unas semillas de sésamo para darle un toque de color. Y… ¡a disfrutar! Eso sí, os recomiendo tener un vasito de agua cerca porque… pica un poco, jejejeje. Bon appetit!

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112. Paté de Perdiz con Caviar de Aceituna Negra (60 min)

¡Comprobado! En el siglo XXI ya no hace falta casarse ni tener pareja para comer perdices. Lo de los cuentos ya quedó atrás y os lo voy a demostrar con esta receta y la siguiente, dos platazos para gente como tú y como yo, que vivimos “solitos en palacio”. El primero de ellos es este paté de perdiz, que si bien es típico de Jaén, yo lo probé por primer vez en Madrid (en la Taberna el Chato) y después en Almodóvar del Campo, Ciudad Real. De este plato me atrajo especialmente la combinación entre el sabor suave del paté, la untuosidad que le da el aceite de oliva con que se acompaña y el toque de sazón que le da el caviar de aceituna negra.
Si no habéis probado nunca esta combinación, desde luego os sorprenderá y no hay mejor excusa para ponerse manos a la obra que prepararlo como entrante para estas próximas fiestas de Navidad. Os listo los ingredientes que necesitaremos para 3 tarrinas pequeñas de este paté:

  • ½ perdiz (170 gr entera, lo que equivale aprox. 95 gr de carne una vez limpia)
  • 55 gr de higaditos de pollo
  • 50 gr tocino fresco (comprad un poco más, unos 30gr, que lo usaremos para algún guiso en breve)
  • 80 gr de cebolla limpia
  • 30 gr de aceitunas negras sin hueso (de las que empezamos en la receta de los “Tallarines a la Putanesca”)
  • 2 cucharadas de aceite de oliva y un poco más (del mejor que tengáis para crudo) para servir.
  • 3 cucharadas de brandy
  • 1 cucharadita, de las de moka, de tomillo fresco
  • 140 gr de nata líquida (para montar)
  • 1 huevo
  • Sal

Si sois un poco remilgados la primera tarea a desempeñar en este plato no os va a gustar nada: hay que extraer la carne de nuestra media perdiz. Para ello, quitamos la piel y con paciencia, un buen cuchillo y unas tijeritas vamos separando la carne del hueso y apartándola en un bol. Conviene que al tiempo la vayáis cortando en pedacitos más pequeños, pues así evitaréis que se os cuele algún perdigón en el caso de que la perdiz sea de campo. Una vez limpia, pesad y picad groseramente los higaditos de pollo y reservarlos junto a la carne de perdiz. Haced lo mismo con el tocino y luego, limpiad muy bien la tabla y pesad y picad finamente la cebolla.

Cuando ya tengamos todo esto listo (nuestro “mise en place”), poner un cazo al fuego con las dos cucharadas de aceite de oliva, al 60% de potencia. Rehogaremos la cebolla durante unos 5 minutos, removiendo a menudo, hasta que quede transparente.

Mientras tanto, aprovechad para ir encendiendo el horno, poniéndolo a 180 grados y sin ventilador.

Una vez haya pasado el tiempo de la cebolla, añadiremos la carne, los higaditos y el tocino, rehogándolo todo durante 3 minutos. Añadimos el brandy y el tomillo rehogamos durante 4 minutos más. Apagamos el fuego y sazonamos.

Mientras el contenido del cazo se enfría un poco, batiremos el huevo y le añadiremos la nata y sal, mezclándolo todo muy bien para tener una mezcla homogénea. Cuando la tengamos, prepararemos la mezcla del paté en dos pasos: en primer lugar picaremos las carnes por separado, tal y como están en el cazo, y luego le añadiremos la mezcla de nata y huevo y volveremos a batir. Probaremos de sazón y corregiremos si es necesario.

A continuación verteremos nuestra mezcla en tarrinas o flaneras aptas para el horno. Las pondremos en una fuente de horno lo suficientemente grande para que nos quepan todas y llenaremos con cuidado el fondo de la fuente de agua hasta que llegue al menos a la mitad de altura de nuestras tarrinas. Vamos, esto es “lo que viene siendo” un baño maría, pero me he extendido explicándolo por si alguien no lo había hecho nunca. También os lo he explicado con mi “truco” pues cuando empezaba, más de una vez cometí el error de llenar la fuente de agua y luego meter las tarrinas y… ¡horror! El agua acababa cubriéndolas demasiado y metiéndose dentro de las tarrinas (arruinando la mezcla, claro). Para que no tengáis problemas con el principio de Arquímedes, os recomiendo hacerlo de esta forma hasta que cojáis práctica.

Pues bien, cuando tengamos la bandeja montada, la meremos en el horno y lo mantendremos allí durante unos 35 min. El tiempo puede variar en función del tamaño de las tarrinas (yo usé flaneras de 9,5 cm de diámetro por 4 cm de alto), así que os recomiendo ir probando “el punto” del paté con un cuchillo desde que hayan pasado los primeros 30 minutos de horneado.

Mientras el paté se hornea, vamos a preparar el acompañamiento, el “caviar” de aceituna. Para ello, picaremos finalmente las aceitunas, de tal modo que nos queden cubitos de apenas 2-3 milímetros de lado (tamaño de caviar un poco grande, jejeje, de ahí el nombre). Pasamos por encima un papel de cocina para secar un poco los cubitos y preparamos una sartén con aceite abundante, que pondremos al fuego al 70% de potencia. Cuando esté caliente, cogeremos un colador y pondremos en su interior una porción de los cubitos de aceituna. Meteremos el colador en el aceite caliente y cocinaremos por espacio de 30-40 segundos. Pasado ese tiempo, volcamos nuestras chispas sobre otro escurridor más grande, para retirar el exceso de aceite. Repetimos la operación hasta haber acabado con las aceitunas y reservamos nuestras chispas en el escurridor hasta el momento de emplatar.

Cuando termine el tiempo de horneado, sacaremos con cuidado las tarrinas y las dejaremos enfriar bien. Cuando estén frías, tenemos la opción de presentarlas simplemente desmoldadas en el plato (sobre un fondo de aceite) o preparar esta otra presentación, montando unas “quenelles” de paté con ayuda de dos cucharas y poniéndolas sobre el fondo de aceite. Terminamos espolvoreando un poco del caviar de aceituna negra y servimos acompañado de galletitas saladas o pan tostado. ¡Y a disfrutar!

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