123. Tocino de cielo (45 min + reposo)

Hoy tenemos entre manos una receta que está pensada para hacerse a la vez que los Nuggets light, pues para ella vamos a emplear las tres yemas que venían junto a las tres claras que usamos en la receta anterior. En realidad, el tocino de cielo siempre ha sido una receta de “aprovechamiento”, pues tiene su origen en Jerez. En esta zona, para aumentar la limpidez de los vinos, usaban claras de huevo en el proceso que llamaban clarificación. ¡Imaginaos la producción de vino de Jerez y la cantidad de claras que necesitaban para este proceso! Pues bien, los bodegueros de la zona fueron conscientes de que era “un crimen” tirar todas las yemas que no se usaban, así que las llevaban a las monjas y ellas acabaron inventando este pedazo de postre. Así que, tanto por su origen, como por su sabor y, cómo no, por su relación con el vino 😉 el tocino de cielo se posiciona como uno de mis postres favoritos.

En honor a la verdad, he de deciros que la receta que os traigo hoy parece sencilla (y en realidad lo es) pero a mí me costó tres intentos el conseguir que quedara bien. (Sí, lo reconozco, no soy perfecta, jejejeje). De hecho, quiero compartir con vosotros la foto de uno de estos fracasos para demostrar mi “humanidad” 😉 y hacer hincapié en una recomendación: en esta ocasión sí que os recomiendo ser exactos en las medidas, en los tiempos y en la descripción del proceso para evitar lamentaciones. El que avisa, no es traidor.

Tocino de Cielo "Fallido"

Tocino de Cielo “Fallido”

Vamos allá con la lista de ingredientes:

  • 3 yemas de huevo (las que no usamos en la receta de los Nuggets Light).
  • 125 gr de azúcar blanco
  • 62,5 gr de agua
  • 2 cucharadas de azúcar
  • 1 cucharada de agua

Para empezar nuestra receta, lo primero que haremos será poner un cazo pequeño sobre la báscula, la ponemos a cero y pesamos los 62 gr de agua (también pueden ser 63, jeje, pero no más) Tras ello, volvemos a ponerla a cero y añadimos los 125 gr de azúcar blanco. Cuando lo tengamos, ponemos al fuego, al 60% de potencia, durante 9 minutos. Durante este tiempo, removeremos a menudo para que nos quede un almíbar uniforme y estaremos muy atentos para conseguir el punto adecuado. En los libros veréis que a este punto lo llaman “de hilo fino” lo cual significa (lo descubrí con tras los dos intentos fallidos) que el almíbar tenga la textura de gel de ducha. Como lo normal no es remover el gel de ducha con una cuchara… cuando veamos que empieza espesar iremos comprobando de vez en cuando la textura, cogiendo un poco de almíbar con la cuchara y dejándolo caer. Cuando en vez de caer en forma de gotas empiece a caer de forma más continua (aquí sí, como el gel de ducha o el jabón líquido para las manos), apagaremos el fuego y verteremos el almíbar en un bol para cortar la cocción.

Debemos dejar enfriar el almíbar bastante, así que si vais con prisa, metedlo en la nevera y, si tenéis más prisa aún, en el congelador.

Durante este tiempo de espera, aprovecharemos para preparar el caramelo para poner en el fondo del molde. En mi caso, yo usé dos moldecitos individuales, en forma de lingote, de 6x4cm de lado y de 4cm de alto.

El caramelo lo prepararemos con ayuda de una sartén, en la que pondremos las dos cucharadas de azúcar y la cucharada de agua. Removeremos ligeramente y encenderemos el fuego al máximo, dejando quieto ahora el contenido hasta que empiece a coger color marrón (caramelo). En ese momento, sí que removeremos el contenido de la sartén, retiraremos del fuego y verteremos directamente la cantidad deseada en el fondo de los moldes. Rápidamente, moveremos el caramelo para que cubra bien todo el fondo del molde antes de espesarse. Para terminar de preparar los moldes, usaremos una pizca del almíbar para embadurnas las paredes, lo que nos facilitará al final la extracción del postre.

Ahora sólo nos queda esperar a que el almíbar esté frío. Cuando lo tengamos, comprobaremos la textura (ahora estará más espeso, casi como miel) y la ausencia de grumos (puede que se nos haya formado algún cristal de azúcar que habrá que eliminar. Ahora es el momento de coger las yemas, batirlas y medir su volumen; ya que, por cada “parte” de yemas, debemos añadir “dos partes” de almíbar. Este es otro detalle importante, no lo paséis por alto 😉  Mezclamos bien las yemas con el almíbar y vertemos después la mezcla en los moldes (o molde individual).

Ahora llega el paso final: la cocción. Para ello, prepararemos una cazuela con agua (cuidado, no demasiada para que no tengamos peligro de que el agua entre al molde, dejad 1-2cm de margen). Un truco para evitar que los borboteos vuelquen el molde, es poner un par de capas de papel de cocina en el fondo del agua. Encendemos el fuego, al 60% de potencia y, cuando el agua esté calentita, introduciremos los moldes con cuidado y cubriremos la cazuela con un paño de cocina y, después, con su propia tapa. Este otro “truco” nos ayudará a evitar que el agua que se condense en la tapa caiga dentro del molde. Cuando tengamos nuestro “montaje” contaremos el tiempo, pues como mínimo necesitará 12 minutos de cocción. Pasados los 12 minutos, ir comprobando el “punto” pinchando el contenido de los moldes con un cuchillo afilado. Cuando el cuchillo salga prácticamente limpio, apagaremos el fuego y retiraremos los moldes con cuidado de no quemarnos.

Dejamos enfriar (mejor tapados y en la nevera) y luchamos con la tentación de comerlo durante un par de horas al menos. Pasado este tiempo, repasamos los bordes del molde con un cuchillo afilado y lo volcamos sobre el plato donde lo vayamos a servir. Dejamos que caiga (dale tiempo, y algún golpecito, y acabará haciéndolo), cogemos una cucharilla y ¡a disfrutar!

¡Espero que os guste!

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122. Nuggets “Light” al horno con Mahonesa de Curry (18 min)

Aunque aún nos quede miso en la nevera, hoy empezamos un nuevo “lote” de recetas. Esta receta y la siguente están pensadas para hacerse a la vez, con lo que no tardaré mucho en publicarla 😉 Pero vamos a empezar por esta, que lleva proteínas y hace mucho que no os preparo una receta con carne.

Y es que llevar una alimentación equilibrada es importante, por eso hoy he querido compartir con vosotros esta reinvención de los nuggets. Los Nuggets (en general) me parecen uno de los “picoteos” más apetecibles, pero reconozco que los originales, que no dejan de ser pollo frito que se sirve con salsa, no se pueden tomar todos los días porque engordan una barbaridad. Pues bien, hace unos días mi profe de cocina, Rosa Pertierra (¡qué grandes tus clases, Rosa!), me enseñó este truquito para hacer una versión del plato infinitamente más sana. ¿Os parece si empezamos?

Vamos allá con los ingredientes para una ración (unas 6-7 unidades):

  • 200gr de pechugas de pollo (mejor de corral)
  • 40 gr de copos de maíz (cereales tipo Corn Flakes. Muy importante que no tengan azúcar).
  • 2-3 claras de huevo (en realidad con dos bastará, pero ya veréis que digo 3 porque en la próxima receta necesitaremos las 3 yemas “sobrantes”).
  • Sal
  • Pimienta negra
  • 3 cucharaditas de mahonesa light
  • ¼ de cucharadita, de las de moka, de curry de Madrás
  • Unas gotas de zumo de lima

Para preparar nuestra receta, lo primero que haremos será encender el horno y ponerlo a calentar a 200 ºC. Tras ello, picaremos a cuchillo, de manera irregular, las pechugas de pollo. Las salpimentaremos al gusto y las reservaremos en un bol. El picarlas a cuchillo de manera irregular nos ayudará a darles ese toque de pollo “ligeramente procesado” que tienen algunos nuggets y que me encanta (me adelanto a la foto finish y os enseño cómo quedan por dentro para que veáis a lo que me refiero).

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Pondremos después los cereales en el mortero y lo romperemos hasta que queden transformados en pequeños copitos. Los ponemos en un plato hondo y en otro plato hondo echaremos las claras y las batiremos. Ahora sólo nos falta hacer bolitas con nuestra mezcla de carne y pasarlas primero por las claras y luego por los cereales; tras lo cual las aplastaremos ligeramente y dispondremos sobre un papel de horno o un silpat. Cuando hayamos terminado de montarlos, los metemos en el horno (con ventilador) y mantenemos allí durante 10-12 minutos, dependiendo de si la carne os gusta más o menos hecha.

Este tiempo nos dará de sobra para preparar nuestra salsa, también baja en calorías dentro de lo posible, jejeje. En una tacita, añadiremos las tres cucharaditas de mahonesa light, el ¼ de cucharadita de curri y las gotas (1 cucharadita aproximadamente) de zumo de lima.

Removeremos bien y pondremos en un cuenco pequeño.
Cuando terminen de hornearse los Nuggets, ya sólo nos faltará servirlos en una bandeja pequeña junto al cuenco de salsa y… ¡disfrutarlos sin remordimientos!

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121. Berenjenas en Salsa de Miso (35 min)

¡Buenas! Sé que llevo un poco de retraso, pero he tenido algún problema técnico de última hora con una receta rebelde… Pero tranquilos, que no es esta, jejeje. La receta en cuestión ya os la comentaré más adelante, hoy nos vamos a poner con la siguiente aplicación de la pasta miso, pues si habéis comprado un botecito, habrá que darle salida con otros platos ¿no? Pues manos a la obra!

El plato que os presento hoy lo probé por primera vez en un restaurante de Majadahonda, el Xinito. ¿Lo conocéis? Merece la pena hacerla una visita, no es lo que se dice barato, pero sí que es muy apetecible. Si vais, no dejéis de probar este plato, que desde luego también es un clásico de la cocina asiática.

¿Os apetece que empecemos? Pues vamos con la lista de ingredientes para nuestra ración:

  • 120 gr de berenjena (esto es una pequeña, pero con las cantidades de salsa que vamos a preparar admitiría la berenjena entera).
  • 15 gr de cebolla roja.
  • 70 gr de salsa miso (de la que comenzamos con el Salteado de Arroz y Judías Verdes)
  • 120 ml de sake
  • 100 ml de agua
  • 2 cucharaditas de salsa nuoc mam (salsa de pescado oriental, ya la encontraréis en hipermercados).
  • 5 cucharaditas de aceite de girasol (3 para las berenjenas y 2 para el arroz)
  • 1 tacita, de las de moka de arroz basmati (igualmente desde el que empezamos para el salteado de arroz).
  • 1 tacita, de las de moka, de agua.
  • Sal, aunque con prudencia, porque recordad que la salsa miso ya lleva sal.
  • 1 cucharadita de aceite de sésamo tostado.

Para preparar nuestro plato, lo primero que haremos será preparar el arroz. Esta vez lo vamos a preparar de la forma que lo hacen en Perú (y creo que también en Asia, pero no lo tengo claro). Cogeremos una cazuela antiadherente (mejor si tiene el fondo grueso) y meteremos en ella la tacita de arroz, la tacita de agua y una pizca de sal. Lo pondremos al fuego, al 60% de potencia, y lo tendremos allí 10 minutos hirviendo con la tapadera puesta. Después, apagamos el fuego y dejamos reposar, aún con la tapa puesta, otros 10 minutos.

Paralelamente a esto, vamos a preparar el resto del plato. Pelaremos y cortaremos la berenjena en bastones como de 1 cm de grosor (como si fueran para patatas fritas). Los salamos muy ligeramente y reservamos.

A continuación, cogeremos la cebolla roja y la picaremos lo más finamente posible, porque luego la salsa no se tritura y debe tener una consistencia suave. Cuando la tengamos, pondremos un pequeño cazo al fuego, al 60% de potencia, y le añadiremos 2 cucharaditas de aceite de girasol. Cuando esté caliente, añadiremos la cebolla y rehogaremos durante 3 minutos, hasta que empiece a dorarse. Entonces será cuando añadiremos el sake, y dejaremos que reduzca 3 minutos más. Añadiremos entonces la salsa miso, y removeremos hasta que quede completamente disuelta. Cuando la hayamos integrado, añadiremos el agua con las dos cucharaditas de nuoc mam disueltas. Dejamos cocinar durante 6 minutos.

Inmediatamente después, en otro fuego, pondremos a calentar nuestro wok (al 70% de potencia). Cuando esté caliente, añadiremos otras 2 cucharaditas de aceite de girasol, y tras ellas añadiremos la berenjena, que cocinaremos durante 5 minutos removiendo a menudo (justo el tiempo que le falta a la salsa para estar lista). Cuando haya pasado el tiempo de la salsa, la verteremos directamente en el wok sobre la berenjena; removeremos y dejaremos que se evapore y tome consistencia cremosa. Mientras tanto, pondremos la cazuela del arroz sobre el fuego que quedo libre, para que vuelva a templarse con el calor residual de haber cocinado la salsa.

Cuando tengamos la consistencia que queremos para la berenjena (habrán pasado unos 3 minutos más aproximadamente), apagaremos el fuego. Al arroz le añadiremos 1 cucharadita de aceite de sésamo tostado y removeremos con un tenedor para que quede suelto.
Por último, servimos la berenjena con el arroz y un poco de sésamo espolvoreado por encima.

¡Y a disfrutar se ha dicho!

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120. Salteado de Arroz y Judías Verdes con salsa Miso (30 min)

Hoy tenemos entre manos una receta sencillísima pero muy muy sabrosa. Y es que la pasta miso es un inventazo traído de oriente que merece la pena conocer. Para los que no lo conozcáis, la pasta miso es un condimento indispensable de la cocina japonesa y china, que se prepara a base de soja fermentada. Para conseguirlo, tendréis que dar alguna que otra vuelta, pero cada vez es más fácil encontrarlo ya en supermercados gourmet o en las propias tiendas de alimentación asiática. En mi caso, lo compré en una de las tiendas que hay en la galería subterránea de la Plaza de España, en Madrid. Un lugar curioso por el que merece la pena pasar al menos una vez en la vida.

Pues bien, vamos allá con nuestra primera receta con la pasta miso. Aquí los ingredientes, como siempre, para una ración:

  • 55 gr de judías verdes frescas, enteras (las que nos sobraron tras preparar la Menestra).
  • 70 gr de arroz basmati
  • 6 gr de apio (del que aún nos sobraba tras preparar el Vitello Tonato).
  • 3 cucharadas de aceite de girasol
  • ½ vaina de cayena
  • ½ cucharadita de jengibre fresco rallado
  • 1 cucharadita de pasta miso (miso normal o miso blanco)

Para preparar nuestra receta, lo primero que hemos de hacer es poner una cazuela con agua al fuego, para llevarla a ebullición. Mientras el agua se calienta, limpiaremos las judías verdes y las cortaremos en “rodajitas”, como las de la foto, de unos 2 mm de grosor y el ancho de la judía. Pretendemos que nos queden una especie de fideos, que reservaremos hasta que el agua empiece a hervir. Cuando esto ocurra, echaremos las tiras de judías verdes al agua y las mantendremos ahí durante 3 minutos. Las pescaremos con un colador y las meteremos en agua fría para cortar la cocción (como culturilla general, deciros que a esta operación, se le llama blanquear, jejeje).

Cuando hayamos terminado de sacar las judías, añadiremos al agua el arroz basmati, y mantendremos hirviendo hasta dejarlo al dente (basaros en el tiempo que indique el fabricante en el paquete, pero serán unos 10-12 minutos aproximadamente).
Mientras el arroz se está cocinando, aprovecharemos para limpiar el apio de sus hebras y picarlo finamente. Reservamos. Rallamos también el jengibre si no lo hemos hecho ya y reservamos también. Dejamos a mano el resto de los ingredientes para el salteado final.

Cuando el arroz esté listo, lo sacaremos del agua y escurriremos bien (si no vais con prisa, dadle tiempo para que elimine todo el agua). Cuando lo tengamos listo, cogeremos nuestro wok (también vale una sartén antiadherente mediana) y lo pondremos al fuego, al 70% de potencia. Cuando esté caliente, añadiremos las 3 cucharadas de aceite de girasol, la pasta miso, la cayena, el apio y el jengibre, y removeremos durante 1 min para que la pasta miso se deshaga y se integren bien todos los ingredientes.

Cuando haya pasado este minuto, añadiremos las judías verdes, mezclaremos con la salsa, y a continuación añadiremos el arroz y saltearemos durante un par de minutos, hasta que todos los ingredientes estén bien integrados y empiecen a dorarse ligeramente los granos de arroz. Probamos de sal y añadimos si es necesario (la pasta miso ya lleva sal, así que conviene ser prudentes con ella).

Servimos y ¡¡a disfrutar!! El sabor os sorprenderá, os lo aseguro.

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119. Menestra (según la receta de mi abuela -1h 30min-)

Antes de que caduquen (jijiji) esos hermosos guisantes que compramos el otro día, vamos a utilizarlos para preparar este magnífico plato que nos va a servir para: entonar el cuerpo en un día frío como hoy, ayudarnos a comer un poco más sano y limpiar nuestra conciencia si hemos cometido excesos durante el fin de semana 😉 Con esta triple misión y sin más dilación, vamos a ponernos manos a la obra con el plato, que hoy es un poco más entretenido que de costumbre. Mi abuela, quien me enseñó a cocinar este plato, diría que “no tiene nada” (de trabajo, se refiere) pero solamente limpiar y picar las verduras ya os llevará un ratito, así que os recomiendo poneros una música agradable para hacerlo más ameno, jejeje.

¡Vamos allá! Para dos raciones de menestra de verduras vais a necesitar:

  • 100 gr de guisantes con vaina (los que nos sobraron tras preparar los Guisantes salteados con huevo mollet)
  • 1 huevo
  • 2 alcachofas (si váis al mercado no os van a poner pegas por pedir dos, seguro)
  • 115 gr de judías verdes (comprad un poco más, hasta llegar casi a 200 gr, que las usaremos para la siguiente receta)
  • 100 gr de tomate (aprox uno pequeño)
  • 80 gr de zanahoria (de las que nos sobraron tras preparar el Vitello Tonato)
  • 100 gr de champiñón (si compráis un poco más, os recomiendo que le deis salida con nuestra receta de carpaccio de champiñón, una receta muy fácil y muy sabrosa).
  • 100 gr de cebolla, limpia
  • 1 diente de ajo
  • 5 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
  • 1 cucharadita, de las de moka, de harina.
  • ¾ de cucharadita, de las de moka, de pimentón
  • ½ hoja de laurel
  • 400 ml de agua
  • Sal

Para preparar la menestra, lo primero que debemos hacer es limpiar las judías verdes, que es lo más entretenido. Con un pelador les quitamos las hebras de los lados y luego las lavaremos y las cortaremos en tiras de unos 2-3 cm de largo; las reservaremos en un plato. Tras ello, picaremos finalmente la cebolla y el ajo y los reservaremos en un plato también; pero tened la precaución de reservar los ingredientes por separado, sin que se mezclen. Después, pelaremos y picaremos en rodajas finas la zanahoria, y pelaremos y picaremos los champiñones en gajos medianos. Pelaremos y desgranaremos los guisantes y, por último, pelaremos, despepitaremos y cortaremos en cubitos el tomate.

Cuando tengamos todas las verduras limpias (a excepción de las alcachofas, que las dejaremos para el último momento para que no se oxiden), pondremos una cazuela al fuego. Le añadiremos las 5 cucharadas de aceite y lo mantendremos al 60% de potencia. Cuando el aceite esté caliente, añadiremos la cebolla y el ajo, rehogándolos durante 6 minutos y removiéndolos a menudo durante este tiempo. Pasados esos 6 minutos, añadiremos el tomate, el pimentón y la cucharadita de harina, les daremos unas vueltas durante 2 minutos y añadiremos los 400ml de agua a la olla.

Inmediatamente después, añadiremos a la cazuela las verduras que tardan más en cocerse: la zanahoria y las judías verdes. Las mantendremos en el fuego, hirviendo, durante 15 minutos; tiempo que aprovecharemos para poner otro cazo al fuego y cocer 1 huevo duro (ya sabéis, durante 12 minutos echando un chorrito de vinagre al agua para evitar “accidentes”).

Cuando se aproxime el final de estos 15 minutos, limpiaremos las alcachofas y nos quedaremos sólo con el corazón, que cortaremos en 4 y echaremos inmediatamente al agua para evitar que se oxiden. Añadiremos después los guisantes y los champiñones a la cazuela, y mantendremos hirviendo otros 15 minutos. Pasado este tiempo, añadiremos sal al guiso (no la añadimos antes para evitar que las verduras se nos deshidraten – para evitar, por ejemplo, que los guisantes se arruguen-) y añadimos también el huevo cocido (que habremos pelado y cortado en 4 gajos). Mantenemos el guiso en el fuego 5 minutos más y ¡listo! Ya tenemos nuestra menestra lista para emplatar y saborear!!

Espero que os guste.

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