¡Hola amigos! Si estáis siguiendo las recetas del blog en tiempo real, hoy os vais a acordar de mi (mal, por cierto) porque volvemos a trabajar con chipirones y; si os ha sobrado alguno de la última vez, desde luego ya no estarán aptos para consumir… (Si los habéis guardado, vuestra nevera estará digna de una visita de Alberto Chicote o del Chef Ramsey!!). Os tocará entonces comprar ingredientes nuevos, pero en este caso tened en cuenta que esta receta y la anterior son fácilmente enlazables.
La receta que traemos hoy, desde luego, no tiene mucho I+D+i pero soy de la opinión de que, para poder innovar, es mejor hacerse antes un experto en los clásicos. Este plato, en concreto, es uno de mis favoritos y le tengo un cariño especial porque fui mi abuela Chon la que me enseñó a prepararlo cuando yo era adolescente (qué tiempos!! Jejeje). Hoy soy yo la que os lo enseña a vosotros con permiso de ella, espero que os guste.
Para una ración de este plato, necesitaréis:
- 100 gr de cebolla dulce limpia (una cebolla grande)
- 200 gr de chipirones (esto son 4 o 5 medianos. Son “enlazables” con el lote que compramos para el arroz con puerros y chipirones si no pasan más de 1-2 días entre una receta y otra).
- 4 cucharadas de aceite de oliva
- 1 sobrecito de tinta de calamar
- 1 cucharadita de pan rallado
- 150 ml de agua (si os sobra caldo de pescado de la receta de arroz con puerros y chipirones también lo podréis usar, aunque quedará algo más fuerte de sabor y tendréis que ser prudentes a la hora de añadir la sal –mejor añadidla al final-).
- 1 cayena pequeña (o media si os gusta poco el picante).
- Sal
Para la guarnición:
- 60 gr de arroz
- 1/3 de diente de ajo
- 2 cucharaditas de aceite de oliva virgen extra
- Sal
Para preparar nuestra receta, lo primero que tenemos que hacer es picar la cebolla en cuadritos no demasiado pequeños. Cuando la tengamos, la pondremos a pochar en una sartén a fuego suave (40% de potencia) durante 12 minutos, removiéndola a menudo.
Durante este tiempo, tendremos que aprovechar para limpiar los chipirones como os decía en la receta anterior (quitaremos la piel, la pluma y contenido de la “cabeza”, el pico y también los ojos en esta ocasión). Los terminamos de limpiar pasándolos por el agua del grifo y escurrimos bien. A continuación los cortaremos en aros no demasiado anchos (de 0.5 cm de ancho máximo) y los reservamos hasta que termine el tiempo de pochar la cebolla.
Cuando la cebolla esté lista, añadiremos los chipirones cortados y la cayena y rehogaremos durante 4 minutos más, removiendo de vez en cuando. Mientras tanto, aprovecharemos para poner un cazo con agua a hervir para ganar tiempo… (Ahora sigo con la elaboración de la receta principal, pero estad atentos para añadir el arroz y un poco de sal cuando el agua rompa a hervir. Tendremos el arroz cociendo el tiempo que indique el fabricante, entre 16 y 20 min según el tipo de arroz).
Una vez pasados los 4 minutos que os comentaba para los chipirones, añadiremos una pizca de sal, los 150 ml de agua, la tinta de calamar y la cucharadita de pan rallado (espolvoreada a modo de “lluvia” como dice mi abuela). Removemos y dejamos cocer el contenido de la sartén 20 minutos (los primeros 10 minutos al 60% de potencia y los 10 últimos al 40%, a fuego suave). Pasado este tiempo, apagamos y reservamos caliente hasta terminar la guarnición.
Mientras los chipirones se terminan de hacer, nos dará ocasión a que el arroz esté listo; así que apagaremos el fuego y lo escurriremos bien. Para rematar la guarnición, sólo nos queda poner una sartén limpia al fuego (50% potencia) y añadirle las dos cucharaditas de aceite de oliva virgen extra. A esta sartén le añadiremos 4-5 rodajitas de ajo y dejaremos que empiecen a dorarse y, tan pronto esto ocurra, añadiremos el arroz escurrido y un poco de sal, removiendo todo bien y dejándolo un par de minutos más al fuego, para que coja calor y los sabores se integren.
Ahora ya sólo nos queda poner ambas cosas lo más bonitas posibles en el plato y ¡disfrutarlo! Ummmmm!!! Espero que os guste.
Si, es un clásico, pero delicioso!!
Gracias Cristina!! Yo opino lo mismo: Si hay recetas que llevan haciéndose toda la vida… ¡por algo será!