Hola chicos! No me he olvidado de vosotros, ni de los jamoncitos de pollo que habíamos comprado y tenemos en la nevera [queridos followers, haced como yo y cocinad esta receta y la anterior seguidas, que si seguís el blog al ritmo que yo voy publicando ultimamente, encontraríais vuestros jamoncitos más que “caducados”, jijiji. A ver si me deslío un poco y vuelvo a coger el ritmo normal, sorry].
Notas aclaratorias aparte, hoy nos toca meterle mano al pollo con esta receta sencilla pero de lo más rico y de lo más aparente. ¿Vamos allá con los ingredientes? Para una ración, vais a necesitar:
- Dos jamoncitos de pollo (del lote que empezamos al hacer nuestra Ensalada César).
- 4-6 mitades de tomates secos en aceite de oliva (del mismo estilo de los que usamos anteriormente para hacer el pesto rosso o para la ensalada templada de pasta).
- 6 hojas de albahaca fresca.
- 2 cucharadas de queso parmesano rallado (del que hemos empezado también con nuestra ensalada césar).
- Sal y pimienta al gusto.
- 1 cucharada de aceite de oliva virgen.
¿Lo tenemos todo? Pues vamos a empezar, lo primero, encendiendo el horno para que se vaya calentando. Lo pondremos a 200 grados centígrados y sin ventilador hasta que no metamos la bandeja.
Tras ello, lo que haremos será deshuesar los jamoncitos igual que lo hicimos en la receta de ensalada césar, dejando el muslo abierto completamente y conservando la piel. Los huesos, podéis envolverlos y guardarlos en el congelador como hicimos en la receta anterior. Ya os daré ideas de cómo usarlos más adelante.
Cuando tengamos nuestras dos “planchas” de pollo, las colocaremos con la piel hacia abajo y las salpimentaremos; las espolvorearemos después con el queso parmesano (una cucharada aproximadamente por cada muslo) y, finalmente, colocaremos las hojas de albahaca fresca (3 para cada muslo) y las mitades de tomates secos escurridas (2 o 3 para cada muslo, dependiendo de lo grandes que sean). Cuando lo tengamos listo, volveremos a enrollar el muslo intentando devolverlo a su forma original 😉 Solo que ahora, en lugar de hueso, tenemos un sabroso relleno, jejeje. Para que el pollo se mantenga en esta pose, utilizaremos hilo de cocina y lo bridaremos para que quede lo más prieto posible. Hace falta un poco de maña para hacerlo, pero una vez hecho el primero, veréis que el segundo no se os resiste.
Cuando tengamos atados nuestros dos muslos, los colocaremos en una fuente apta para horno, los pintaremos con la cucharada de aceite y los meteremos al horno, encendiendo ahora el ventilador. Los mantendremos en esa posición durante 7 minutos y luego les daremos media vuelta, para hornearnos por el otro lado otros 6-7 minutos más (dependiendo de lo dorado que lo vayáis viendo y siempre sin pasarnos de tostado, jejeje).
Pasado este tiempo, sacamos nuestro pollo del horno, cortamos las bridas y lo trinchamos con cuidado para que evitar que se nos desmonte mucho y ¡¡voilá!! He aquí el resultado!! He de decir que, además de bonito, es delicioso!!! Ya estáis tardando en probarlo 😉
Un abrazo fuerte!
Te han quedado estupendos
Muchas gracias Irene!! La verdad es que estaban muy buenos, jejeje