Vamos a dar un salto en el espacio y nos vamos de Galicia a Roma, y no precisamente porque la mortadela ahumada sea de Roma (de hecho se dice que tiene el origen en los Apeninos) sino porque en mi visita a Roma me llamaron mucho la atención los puestos de comida callejera en los que se cuidaba hasta el más mínimo detalle en la presentación de los sandwiches. Una presentación en la que se ve que se ha cuidado mucho la estética, pensando en que el corte del sándwich quede perfecto. Yo también quería crear algo así de bonito y, cuando vi en el mercado esta mortadela ahumada italiana…, ¡no pude resistirme a comprar un poquito para crear este montadito! Y ya que estábamos con ingredientes italianos, ¿por qué no íbamos a comprar también un poco de provolone y unas aceitunas gordales para acompañar… Ups! ¡Lo he vuelto a hacer! Me estoy adelantando mucho… Vamos allá con la lista de ingredientes para nuestros dos montaditos:
- 2 panes de leche o brioche pequeños
- 100 gr de mortadela ahumada italiana.
- 60 gr de aceitunas gordales aliñadas sin hueso (esto son más o menos 6).
- 55 gr de mantequilla
- 40 gr de tomate pera (esto es, aproximadamente, medio tomate)
- 50 gr de provolone (comprad una pastilla entera, que ahora os diré como cortarla para utilizar el resto en la próxima receta).
Vistos los ingredientes, parece un montadito sencillo pero os aseguro que la mezcla de sabores merece mucho la pena. El primer paso que debemos dar para su preparación es preparar una mantequilla de aceitunas. Para ello, dejaremos la mantequilla a temperatura ambiente (eso es ahora 31 grados en mi casa, jejeje) para que se ablande. Cuando esté blandita, la pondremos en el vaso de la batidora junto a las aceitunas y trituraremos bien. Vertemos la mezcla a un cuenco y lo reservamos en la nevera (o en el congelador si vamos a comer el plato inmediatamente) para que se enfríe y se endurezca.
Tras ello, prepararemos el resto de los ingredientes antes de montar el plato: lavaremos el tomate y lo cortaremos en rodajas finas, abriremos los panes y (lo más importante y delicado…) cortaremos el queso…
Como sabéis, el queso provolone suele venderse en rodajas gruesas que, al menos para mí, supone una ración demasiado grande para una persona sola. Pues bien, para solucionar esto, vamos a repartir la “pastilla” en dos veces gracias a este plato. Necesitaremos, eso sí, maña con el cuchillo o un buen pelador de patatas. Con él, lo que haremos será ir repasando los bordes de la pastilla, sacando tiras finas, de manera que a fuerza de ir sacando lascas por todo el perímetro, cada vez se nos quede una pastilla más pequeña (de menos diámetro, me refiero). Repetiremos la operación hasta tener tiras de queso en la cantidad que os indicaba en la lista de ingredientes.
No sé si me habré explicado bien… pues a veces es difícil hacerlo con palabras. A ver si me animo pronto a haceros vídeos, para que sea más fácil comprenderme… jejeje.
Llegados a este punto, si la mantequilla de aceitunas ya está fría o al menos del tiempo, ya podemos montar el plato. Abrimos los panes y untamos la parte inferior con la mantequilla de aceitunas (una capita, os sobrará mantequilla para muchos otros platos, pero está buenísima). A continuación, haremos rollitos con la mortadela y los pondremos unos junto a otros como en la foto. Sobre ellos, ponemos las rodajas de tomate y por último las tiras de queso, antes de tapar con el otro lado del pan de leche. Sujetamos, si queremos, con ayuda de un palillo y ¡listos para servir! ¡A disfrutar de la Dolce Vita!