Esta mañana de día festivo (día del trabajo) vamos a aprovechar que tenemos tiempo para deleitarnos con una “creación” que lleva un poco más de tiempo de las que solemos preparar habitualmente. Es más entretenida porque tenemos que esperar a que la levadura haga su efecto e infle nuestra nada. Además, nos sirve para aprovechar un ingrediente que teníamos esperando en la nevera después de preparar la ensaladilla rusa. Es probable que a estas alturas las hayáis sacado ese botecito de cristal y os las hayáis comido con alguna cervecita viendo un partido de fútbol, pero en mi caso… quien guarda, haya, así que no tendré que ir expresamente a la compra para coger las aceitunas 😉 Bueno, no os preocupéis, consolaros porque sí tendré que salir a por la levadura fresca, que no iba a ser todo tan fácil.
Os cuento los ingredientes para preparar, como siempre, una ración individual y así ya vemos si nos falta alguna otra cosa:
Para la masa:
- 100 gr de harina + 1 cucharadas a parte para espolvorear la superficie donde amasemos
- 2 gr de sal
- 4 gr de azúcar
- 8 gr de mantequilla
- 50 cl de agua templada
- 1 cucharada de aceite
- 4 gr de levadura fresca
Para la cobertura:
- 5 aceitunas verdes sin hueso (como os digo, de las que teníamos con su caldo de conserva en la nevera tras preparar la ensaladilla rusa de toda la vida)
- 2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- 1 cucharadita, de las de moka, de orégano.
- Un pellizco de sal maldón o sal en escamas.
Para prepararla, lo primero que tenemos que hacer es mezclar en un bol los ingredientes secos de la masa: la harina, la sal y el azúcar y mezclamos bien. Cuando lo hayamos hecho, en los 50 cl de agua templada disolvemos la levadura fresca y lo añadimos al bol. Añadimos ahora el aceite y la mantequilla en pomada. Esto es: la mantequilla a temperatura ambiente, casi derretida. Removemos todo bien con unas varillas o una cuchara para que se integren todos los ingredientes y, cuando ya no esté bastante integrada, la sacamos del bol y la amasaremos sobre una superficie bien limpia que hayamos espolvoreado previamente con harina. Amasamos durante 1-2 minutos, le damos finalmente forma de bola y esa bola la ponemos en otro bol en cuyo fondo también habremos espolvoreado algo de harina. Ahora tapamos ese bol con un paño húmedo limpio o con film, y lo dejamos en un sitio cálido (entre 24 y 40 grados) durante 1 hora o hasta que haya doblado su volumen.
Durante este tiempo podemos aprovechar para hacer bastantes cosas, jejeje, pero una de las cosas que tenemos que hacer es la cobertura que nos servirá para “pintar” la focaccia antes de hornear. Para ello, lo que tenemos que hacer es cortar las aceitunas en rodajas y mezclarlas en una tacita con el orégano y el aceite y ¡ya está! Efectivamente, nos sobrará tiempo para hacer otras muchas cosas…
Finalmente, cuando ya tengamos nuestra masa gordita, la volvemos a amasar durante 30 segundos en una superficie espolvoreada con harina. Cortaremos un papel de horno del tamaño de la bandeja que vayamos a utilizar y lo ponemos en el fondo de la misma. Colocamos la masa sobre él y la extendemos por toda la superficie, hasta que nos quede una masa fina, de 0,5 cm de profundidad máximo. Al estirar la masa, tenemos que ir dándole ya la forma de la focaccia clásica, lo que conseguiréis, simplemente, hundiendo las yemas de los dedos en la masa para que queden esos típicos hoyuelos. Cuando lo tengamos listo, volvemos a tapar la bandeja con el paño húmedo o con film y esperamos que haya la segunda fermentación durante unos 30 min. Cuando hayan pasado 15 de ellos, aprovechad para encender el horno y calentarlo a 200ºC con posición de calor arriba y abajo. Cuando hayan pasado los 30 min, destapamos y pintamos la superficie de la focaccia con la mezcla de aceitunas. Si se borran nuestras huellas de dedos, tendremos que volver a hacerlas, ya sabéis, simplemente “pulsando”. Espolvoreamos por último con sal maldón y la metemos al horno, donde la tendremos durante unos 17 minutos. Sabremos que está lista cuando esté ligeramente dorada (como la de la foto) y cuando, al tratar de levantarla por uno de los bordes (con un cuchillo o tenedor, no os vayáis a quemar) se levante del papel de manera uniforme.
Dejamos enfriar un poco y ¡a la mesa! Ummm, ¡¡qué rica está!! Desde luego en la foto queda bonita, pero el olor y sabor es delicioso… Espero que os guste! Yo repetiré seguro con otras versiones…
Pero qué clase, no????
¡Eres una crack! A ver si convenzo por aquí al personal para que me la hagan de cena, jajajaja
Qué buena pinta¡¡¡. Estoy deseando probarla¡.
Está realmente rica y, además, si se conserva envuelta en papel de aluminio, aguanta 2-3 dias perfectamente. Otra cosa es que uno sea capaz de no acabársela antes de que pasen los 3 días!! 😉