Si tus amigos y familiares son dados a no confirmar si vienen o no hasta el último momento, esta receta te vendrá de perlas. Unas brochetas muy fáciles de preparar, sabrosas y que darán un puntito sorprendente a tu mesa. Por supuesto, no perdiendo de vista el motivo principal del blog, también son aptas para prepararse en pequeñas cantidades y servir de plato fuerte para un único comensal. En este caso, tened en cuenta que llenan bastante y con un par de ellas o como mucho 3 por persona es más que suficiente.
Las unidades por persona las dejo a vuestra elección entonces y os listo los ingredientes para cada brocheta:
- 2 langostinos crudos (del mismo lote que empezamos cuando hicimos el wok. Recordad, si son congelados, pasarlos a la nevera mínimo 8 horas antes de ponernos a cocinar)
- 1 rodajita de chorizo tipo palacios de unos 7 gr (del mismo chorizo que empezamos cuando preparamos las lentejas)
- 1 huevo
- Pan rallado
- 1 palito para brocheta (mejor de bambú)
- Aceite de oliva
Para prepararlos, simplemente pelamos los langostinos, les quitamos la cabeza y los salamos ligeramente. Pelamos también la rodajita de chorizo y la partimos por la mitad. Montamos la brocheta poniendo un langostino, media rodajita de chorizo, el otro langostino y la otra media rodajita.
Batimos el huevo en un plato hondo y salamos ligeramente. En otro plato, ponemos un poco de pan rallado. Pasamos la brocheta primero por el huevo, la escurrimos un poco y la pasamos por el pan rallado después, para que quede bien empanada.
Ponemos una buena cantidad de aceite de oliva (lo suficiente como para que la brocheta quede sumergida cuando la metamos en la sartén) en una sartén y ponemos el fuego al 60% de la potencia. Una vez el aceite se haya calentado (podemos probar a echar una gotita del huevo y si chisporrotea, es que está a punto), metemos la brocheta y la tenemos unos 45 segundos por cada lado. Mientras tanto, preparamos un plato con un par de capas de papel de cocina y, cuando las brochetas estén listas, las sacamos a ese plato para que escurran y el papel absorba todo el aceite sobrante. Las cambiamos poco después al plato donde las vayamos a servir y ¡a comerlas antes de que se enfríen!