Esta receta súper sencilla me la descubrió mi abuela; y la verdad es que parece mentira que sólo con cuatro ingredientes se pueda sacar ese saborazo. Nos servirá, además, para terminar el botecito de anchoas que habíamos comprado para las tostas.
Con ella empezamos también un ingrediente que me atemorizaba: la remolacha. Comprar 500 gr, la típica bolsita con 3 piezas cocidas al vacío que venden en los supermercados, me parecía una insensatez. Pero ahora con la evidencia de que realmente se puede gastar toda (sin aborrecerla) antes de que caduque, os animo a repetir la experiencia en vuestras casas.
Para este primer plato con remolacha necesitaréis:
- 30 gr de anchoas en semiconserva
- 35 gr de pepinillos (del bote que teníamos abierto en la nevera después de hacer los huevos rellenos)
- 150 gr de remolacha
- 35 gr de mayonesa (de la que tenemos en la nevera tras el sándwich de bacon y huevo)
Sacar las anchoas directamente del bote y escurrirlas del aceite y picarlas en tiritas finas (de unos 2 milímetros de grosor) y poner en un bol. Picar los pepinillos en rodajitas finas, de 1 milímetro de grosor. Si son pepinillos grandes, cortar previamente a lo largo en 4 partes.
Picar la remolacha en tiras, del tamaño de fideos de fideguá (de 2 milímetros de grosor por 3 cm de largo) y añadir también al bol.
Echar, por último, la mayonesa, mezclar bien y servir. ¡¡Ummm!!
Nota: en principio no hará falta que le añadamos sal, pues las anchoas ya le aportan bastante. Pero si probamos y después la echamos en falta, siempre estamos a tiempo de corregir 😉